martes, 28 de diciembre de 2010

Siempre hay una primera vez

Siempre hay una primera vez, eso no cabe la menor duda. Como la primera vez que probaste ése plato que creías no te gustaba y lo confirmaste, o cuando conociste a Jesús y quedaste con más ganas de conocerlo, o cuando conociste a esa persona que creiste no te iba a dar bolilla pero terminó dándote mucho mas, una familia. Quizás algunas veces son etapas que pisan fuerte en nuestra historia de vida como comenzar el jardín de infantes, la primaria, la secundaria y hasta la universidad. O quizás son novedades como cuando la primera vez que entraste a la iglesia en la que te congregás o cuando volviste a nacer después de aceptar a Jesús y recibir su bautismo. Las primeras veces son eso, primeras veces que no se olvidan pero se guardan en el bolsillo de los gratos recuerdos y si son ingratos, desechalos, Jesús los erradicó de tu vida con su amor.

En nuestras vidas estamos repletos de primeras veces, buenas o malas, todas nos dejan una marca en el corazón. Aquellas marcas malas las sanamos con la sangre derramada por Jesús mientras que las buenas las atesoramos en el corazón como una bendición.

En mi caso, hoy se dá una primera vez que creí, antes de aceptar a Jesús, perdida completamente. Antes pensar en la felicidad, en tener una pareja, casarme, tener un hijo, formar una familia era algo lejano hasta imposible. Como que algo que no me podía pasar y menos a mí. Pero la palabra imposible no existe en el diccionario de Dios como descubrí. La palabra lo dice: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". Y toda mi persona fue fortalecida por Él y encima acepté sus promesas.

Hoy es un día especial en que su promesa se cumplió y se seguirá cumpliendo. Su promesa la tenía sellada desde mucho antes de mi nacimiento. Hoy lo ví, lo escuché y mañana lo acariciaré derramando aquel amor que una vez Dios derramó en mí en ése momento especial que busqué por Él.

Simplemente tengo palabras de bendición y agradecimiento a Él por abrir sus brazos y aceptarme como su hijo, como su heredero. Hoy doy gracias a Dios porque me dió vida, me quitó el velo de los ojos, me liberó de este mundo y está germinando bajo su ala aquello que será para glorificarlo.

Dios los bendiga a todos y añada aún mas. El amor que dá es inmenso tan inmenso que no caben palabras para describirlo. Si quisiera describiría algo ínfimo de todo su espléndido amor. Gracias Señor!!!

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